Tim Cook lucha por superar la sombra de Steve Jobs en Apple
Sean McCabe
Tim Cook es exigente con sus subordinados y consigo mismo y tiene una especial predilección por los números.
Poco después de que Tim Cook sucediera a Steve Jobs como presidente ejecutivo de Apple en agosto de 2011, le confidenció a una persona cercana que se levantaba cada mañana recordándose a sí mismo que tenía que hacer lo correcto y no pensar en lo que habría hecho Steve.
Sin embargo, el fantasma de Jobs parecía omnipresente después de que Jobs muriera de un cáncer al páncreas dos meses después. Los obituarios del visionario fundador de Apple ocuparon las primeras planas de los periódicos y sitios web. Los canales de televisión presentaron largos segmentos que glorificaban los cambios que trajo al mundo.
En Nueva York, la editorial Simon & Schuster adelantó un mes la publicación de la biografía de Jobs escrita por Walter Isaacson, con una carátula elegante, muy al estilo de Apple, que tenía una foto aprobada con anterioridad por el empresario. Apple optó por la misma imagen en su página de homenaje en el sitio web. La foto era tan esencialmente Jobsiana que sus amigos y colegas se maravillaron de cómo aún parecía estar dominando el relato desde su tumba.
Incluso las ceremonias en su memoria se desarrollaron como si el propio Jobs las hubiera organizado. Un servicio conmemorativo una noche dominical en la Universidad de Stanford fue planeado por su tradicional asesor de eventos y la lista de invitados estuvo repleta de personajes importantes, entre los que figuraban Bill Gates, Larry Page, Rupert Murdoch y la familia Clinton. Joan Baez, una antigua novia de Jobs, cantó Swing Low, Sweet Chariot y Bono hizo lo propio con Every Grain of Sand, de Bob Dylan. Yo-Yo Ma interpretó en su chelo a Bach, una petición personal de Jobs antes de su muerte. El cofundador de Apple se había ido, pero no se había ido. De alguna manera, había trascendido la muerte para obsesionarse con el lanzamiento de un último producto: su legado.
Tim Cook, a quien Jobs había seleccionado personalmente como nuevo presidente ejecutivo de Apple, asistió al servicio, pero los invitados prestaron poca atención al ex director general de operaciones. A pesar de haber tomado el control del imperio de Apple, Cook no podía escapar de la sombra de su jefe. ¿Cómo podría alguien competir con un visionario tan brillante a quien ni siquiera la muerte lograba borrar?
El terreno se había empezado a complicar para el sucesor de Jobs desde hace tiempo. Apple había sido definida por su cofundador durante más de una década. Diseño, desarrollo de productos, estrategias de marketing y designación de ejecutivos, todo giraba en torno a sus gustos. Los logros de Apple no fueron únicamente de Jobs, pero él se atribuyó la mayoría de ellos, lo que nutrió aún más su leyenda. Un empleado llegó a tener una placa en su auto con las letras "WWSJD" por What Would Steve Jobs Do (¿Qué haría Steve Jobs?).
El nuevo presidente ejecutivo carecía de la autoridad cuasi religiosa de su antecesor. Cada decisión de Cook sería examinada por empleados y ejecutivos actuales y anteriores, inversionistas, medios de comunicación y los consumidores de Apple. También tendría que lidiar con las altas expectativas con las que Jobs había condicionado al público respecto a Apple.
Cook era un hombre de negocios experimentado y sin duda un mejor gerente que Jobs. Era organizado, preparado y más realista sobre las cargas que implicaban dirigir una empresa del tamaño de Apple. Pero nadie podía ganarle a Jobs en ser Jobs, en especial Cook, su polo opuesto.
Si Jobs era el protagonista, Cook era el director de escena. Si Jobs era idealista, Cook era práctico. Pero sin Jobs, Cook no tenía contrapeso para su intenso pragmatismo. ¿Quién iba a ofrecer la chispa creativa?
La sucesión se complicó por el hecho de que nadie sabía quién era realmente Cook. El nuevo presidente ejecutivo era un misterio. Algunos colegas lo llamaron una hoja en blanco. Lo más que se sabía era que Cook no tenía amigos íntimos, nunca socializaba y rara vez hablaba de su vida privada.
Cook, un hombre tranquilo y reservado, creció como el segundo de tres hermanos. En sus primeros años de niñez, la familia vivió en Pensacola, Florida; su padre trabajaba en un astillero, y su madre era ama de casa. Más tarde se mudaron a Robertsdale, Alabama, un pueblo pequeño, estable seguro y tranquilo cerca del Golfo de México y donde la población era predominantemente blanca. En la escuela secundaria, recibió el título de "más estudioso". Representó a su pueblo en Boys State, un programa de simulacro de legislatura organizado por la organización de veteranos American Legion. También ganó un concurso de ensayos patrocinado por una asociación eléctrica de Alabama. Fuera de clase, Cook fue nombrado gerente del anuario porque era meticuloso y bueno con los números.
Cook comenzó su carrera en IBM IBM -0.05% después de graduarse de la Universidad de Auburn con un título en ingeniería industrial. Posteriormente, realizó una maestría en administración de empresas en la Universidad de Duke.
Después de 12 años, pasó a trabajar en una pequeña empresa que revendía computadoras en Colorado llamada Intelligent Electronics Inc., AMIC -0.08% donde casi duplicó los ingresos. De ahí fue contratado por Compaq y se trasladó a Houston. Un día, un cazatalentos lo llamó: Apple estaba buscando un vicepresidente de operaciones globales. "¿Por qué no vienes y conoces a Steve Jobs?" le preguntó.
Las decisiones indicaron un cambio hacia un régimen más benévolo. Aunque todavía hermética hacia el exterior, Apple se sentía más abierta internamente. El nuevo presidente ejecutivo se comunicaba con los empleados más a menudo a través de correos electrónicos y reuniones abiertas. A diferencia de Jobs, que siempre almorzaba con el gurú del diseño Jonathan Ive, Cook empezó a ir a la cafetería de la empresa y se presentaba a los empleados que no conocía, preguntando si podía unirse a ellos. Sin Jobs respirando en el cuello, el ambiente se volvió más relajado. Cook era un presidente ejecutivo más tradicional que infundía en Apple un entorno de trabajo más saludable.
También resultó ser un presidente ejecutivo metódico y eficiente. A diferencia de Jobs, que parecía funcionar por instinto, Cook exigía cifras concretas sobre el costo y los beneficios proyectados. Mientras que Jobs se había deleitado con el divisionismo, Cook valoraba el trabajo en equipo. También fue más visible y transparente con los inversionistas.
No todo el mundo estaba de acuerdo. Los cambios fueron percibidos como signos de un creciente letargo. El anhelo por días más subversivos también era palpable. Los escépticos pronto comenzaron a expresar dudas sobre el futuro de Apple, especialmente después del tambaleante lanzamiento de Siri, el asistente personal virtual.
"Sin la llegada de un nuevo líder carismático, Apple pasará de ser una gran compañía a ser una buena compañía", escribió en un blog George Colony, presidente ejecutivo de la firma de investigación de tecnología Forrester Research. "Al igual que Sony, 6758.TO -1.12% Polaroid, la Apple de 1985, y Disney, DIS +0.41% Apple entrará en una inercia y luego se desacelerará", agregó.
Por encima de todo, el fantasma de Steve Jobs todavía se posará en algún lugar más allá del reproche y la rendición de cuentas, más allá del enredo de la falibilidad humana. mientras tanto, sus sucesores permanecerán atrapados aquí en la tierra.
—Yukari Iwatani Kane es una ex reportera de The Wall Street Journal. Este artículo es una adaptación de su nuevo libro 'Haunted Empire: Apple After Steve Jobs' (algo como Imperio embrujado: Apple después de Steve Jobs).