por admin » Mié Jul 27, 2011 5:23 am
La diversificación de Petrobras genera protestas entre accionistas
Por PAULO PRADA en Ipojuca, Brasil
Paulo Prada/The Wall Street Journal
Un nuevo astillero en el nordeste de Brasil ahora construye embarcaciones, plataformas petrolíferas y torres de peforación para Petrobras.
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En el codo de la costa Atlántica sudamericana, la estatal Petróleo Brasileiro SA está invirtiendo más de US$18.000 millones para construir embarcaciones, una refinería y una fábrica para producir botellas de plástico y fibra de poliéster.
Para Petrobras, los proyectos son un esfuerzo por impulsar su negocio de refinamiento y desarrollo de productos derivados del petróleo. Para el gobierno brasileño se trata del tipo de desarrollo económico liderado por el Estado que puede rescatar a rincones del país más grande de América Latina de décadas de negligencia.
Pero algunos accionistas privados (que son dueños de 51% de las acciones de Petrobras) dicen que las inversiones son un desperdicio de dinero. Estas personas argumentan que la rentabilidad futura no yace en la diversificación, sino en un énfasis en las operaciones existentes de la empresa, especialmente depósitos de crudo masivos en terrenos submarinos, a casi 2.500 kilómetros de distancia, en el sur de Brasil.
"La compañía tiene suficiente por hacer simplemente extrayendo crudo", dice Will Landers, gestor del fondo latinoamericano en BlackRock Inc., que posee cerca de US$1.000 millones en acciones de Petrobras, la tercera energética del mundo por valor de mercado. "El resto es una distracción".
Esta opinión entre los inversionistas en años recientes ha hecho que la acción de Petrobras tenga un desempeño inferior al de otros títulos de empresa petroleras globales, en medio de precios de la energía al alza. La acción, que cerró ayer a 23,66 reales (US$15,23) en la bolsa de São Paulo, ha caído cerca de 40% en menos de dos años. A comienzos de mes, la relación entre la capitalización de mercado y el valor contable cayó por primera vez desde 1999 a un nivel en el que los inversionistas adjudican un precio a la acción inferior al valor total de sus activos.
Los nuevos y gigantescos depósitos de la empresa, descubiertos en años recientes en las profundidades del mar frente a la costa sur brasileña, convierten a la compañía en uno de los productores de petróleo más prometedores del mundo. Proyecciones conservadoras sugieren que los lechos marinos contienen 16.000 millones de barriles de crudo, el doble de las reservas conocidas de Brasil hace una década y un poco menos que las reservas comprobadas de Estados Unidos.
Muchos inversionistas opinan que el bombeo de petróleo debería ser el único énfasis de la empresa. Los lechos marinos están hasta 320 kilómetros frente a la costa y a unos 6.500 metros de profundidad, y requerirán de algunos de los métodos de perforación más costosos y complejos conocidos hasta ahora.
El incremento de la producción llevará buena parte de la próxima década y requerirá un plan de inversión a cinco años, que en la actualidad está valorado en casi US$225.000 millones. El plan ya está clasificado como el más amplio de cualquier empresa a nivel global, según algunos estimados.
La semana pasada, los inversionistas recibieron cierto consuelo cuando el plan, finalizado después de meses de estudios, aumentó la cantidad del gasto proyectado en exploración y producción de 53% a 57% de la inversión total.
El programa de inversión fue objeto de un arduo debate al interior de Petrobras y del gobierno brasileño, que controla una participación mayoritaria de las acciones con derecho a voto y nombra a todos los ejecutivos principales. Cuando el plan fue sometido a renovación hace unos meses, la junta directiva de Petrobras, presidida por el Ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, ordenó a la compañía buscar formas de reducir los costos.
La exigencia les pareció irónica a muchos inversionistas. Después de todo, fue el gobierno el que presionó a la petrolera a ampliar el alcance de sus inversiones. Es
inevitable que los costos aumenten, argumentan, si se espera que la empresa se diversifique al mismo tiempo que trabaja en la extracción del nuevo petróleo.
Durante casi diez años después de su privatización parcial en los años 90, Petrobras fue elogiada como un modelo de gestión independiente de una compañía estatal. Sin embargo, cuando los nuevos depósitos submarinos fueron descubiertos a comienzos de 2007, el gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva decretó leyes para asegurar que las empresas locales —especialmente Petrobras— llevaran la delantera en el desarrollo de nuevas industrias de suministro y servicios que el petróleo generaría.
Desde entonces, Petrobras ha surgido como el inversionista o cliente principal detrás de miles de nuevas empresas como refinerías y astilleros que se están creando sobre terrenos despejados de caña de azúcar en el estado nororiental de Pernambuco, históricamente uno de los más pobres de Brasil.
"Claramente hay un elemento de servicio estatal al que la compañía ha sido empujada", dijo Bill Rudman, gestor de cartera en la firma Blackfriars Asset Management, de Londres, que posee unos US$50 millones en acciones de Petrobras. "Los hemos aceptado porque creemos que los otros negocios van a rendir frutos".
Los directivos de Petrobras niegan que sus decisiones sean resultado de la interferencia del gobierno. Los nuevos emprendimientos, argumentan, son el resultado de años de análisis de mercado.
En Ipojuca, junto a un puerto usado históricamente por los portugueses, holandeses y otros comerciantes coloniales, dos empresas de construcción de Brasil unieron fuerzas para crear un astillero, previendo una demanda por embarcaciones para la industria petrolera.
Hasta hace poco, la petrolera hubiera comprado embarcaciones construidas por compañías en Corea del Sur y Singapur por menos dinero y menos tiempo de entrega. La lista de pedidos del astillero, que es propiedad de una empresa conjunta de las firmas constructoras y dos socios menores, incluye más de 20 buques cisterna, torres de perforación y plataformas petroleras, todas para Petrobras, a un costo de casi US$8.000 millones.
Paulo Roberto Costa, el director de abastecimiento de Petrobras, admite que "habrá una curva de aprendizaje" para los nuevos proyectos, pero añade que a largo plazo tienen sentido estratégico. "Estamos mirando décadas en el futuro, no las expectativas trimestrales de los analistas de mercado", dijo.
La refinería es la primera que Petrobras construye desde 1980 y una de cuatro que la empresa está erigiendo a lo largo de Brasil con la meta de que el país sea autosuficiente en combustible refinado. Aunque Brasil produce gasolina que casi basta para suplir la demanda doméstica, la base de clientes en rápido crecimiento en el país está comprando autos a un ritmo más rápido que su actual capacidad de refinamiento. Y Brasil aún importa buena parte del diesel, que es vital para la industria y la gigantesca flota de camiones del país.
Entre tanto, la planta de petroquímicos que el país está construyendo por US$2.000 millones es un esfuerzo por exprimir hasta la última gota de petróleo de Petrobras. Como otras grandes multinacionales del sector de energía, que se han expandido al sector de plásticos y otros derivados, la empresa ve oportunidades de ganancias en muchos otros negocios además del crudo, afirmó Costa.