por Fenix » Vie May 03, 2013 6:55 am
En el torrente de palabras escritas recientemente sobre las mujeres y el trabajo, me parece que se ha olvidado un punto relacionado y muy significativo. Tiene que ver con el futuro de EE.UU., del que como ya es conocido, soy un optimista sin reservas. Ahora daré otra opinión: Las mujeres son una de las principales razones por la que lo vamos hacer muy bien.
Comencemos con el hecho de que el progreso en nuestro país desde 1776 ha sido alucinante, como nada que el mundo haya visto antes. El ingrediente secreto ha sido un sistema político y económico que desata el potencial humano en un grado extraordinario. Como resultado, los estadounidenses disfrutan hoy en día de una gran cantidad de bienes y servicios que nadie podría haber soñado hace apenas unos siglos.
Pero eso no es ni la mitad -o más bien, se trata solo de la mitad. Estados Unidos ha forjado su éxito, basándose en gran parte, sólo en la mitad del talento del país. Durante la mayor parte de nuestra historia, las mujeres, sean cuales fueran sus capacidades, han sido relegadas en un segundo plano. Sólo en los últimos años hemos empezado a corregir ese problema.
A pesar de la inspirada afirmación de "todos los hombres son creados iguales", de la Declaración de Independencia, la supremacía masculina se consagró rápidamente en la Constitución. En el artículo II, que trata de la presidencia, los 39 delegados que firmaron el documento, todos hombres, por supuesto-, usaron repetidamente pronombres masculinos. En el póquer a eso lo llaman un "tell".
Finalmente, 133 años más tarde, en 1920, los EE.UU. suavizaron su discriminación contra la mujer a través de la 19ª Enmienda, que les dio el derecho de voto. Pero esa ley apenas cambió actitudes y comportamientos. En su estela, 33 hombres subieron a la Corte Suprema antes que Sandra Day O`Connor lo hiciera -61 años después de la ratificación de la enmienda. Para aquellos de ustedes que les gusten los números, las probabilidades en contra de que esta procesión de hombres en el cargo fuera por azar es más de 8.000 millones a una.
Cuando las personas cuestionaron la ausencia de nombramientos femeninos, la respuesta estándar fue simplemente "no hay candidatas cualificadas". El electorado tomó una postura similar. Cuando mi padre fue elegido al congreso en 1942, sólo ocho de sus 434 colegas eran mujeres. Una única mujer, Maine Margaret Chase, se sentó en el Senado.
La resistencia entre los poderosos es natural cuando los cambios se enfrentan los con sus propios intereses. Los negocios, la política, y, sí, las religiones, proporcionan muchos ejemplos de este tipo de comportamiento defensivo. Después de todo, ¿quién quiere duplicar el número de competidores por las primeras posiciones?
Pero un mayor enemigo del cambio podría ser la actitud arraigada de quienes simplemente no pueden imaginar un mundo diferente del que han vivido hasta ahora. Lo que ocurrió en mi propia familia es un ejemplo. Tengo dos hermanas. Los tres fuimos considerados, por nuestros padres y maestros, como de más o menos igual inteligencia - los test de inteligencia, de hecho, confirmaron nuestra igualdad. Durante mucho tiempo, mis hermanas tenían mucho mayor IQ "social" que yo (no nos examinamos de eso - pero, créanme que la evidencia era abrumadora.)
En el momento en que salí del vientre de mi madre, sin embargo, mis posibilidades empequeñecían a la de mis hermanas, porque yo era un niño. Y mis hermanas inteligentes, agradables y de buen aspecto, no lo eran. Mis padres nos amaban por igual, y nuestros profesores nos daban calificaciones similares. Pero a mis hermanas se les insinuaba constantemente, que su éxito residiría en poder “casarse bien”. A mí, sin embargo, se me alentaba para aprovechar las oportunidades que el mundo me ofrecía.
Así que mi suelo se convirtió en el techo de mis hermanas - y nadie pensó mucho acerca de romper ese patrón hasta hace unas pocas décadas. Ahora, gracias a Dios, las barreras estructurales para las mujeres están cayendo.
Todavía sigue siendo un obstáculo: Muchas mujeres se siguen imponiendo limitaciones sobre sí mismas, a la hora de alcanzar su potencial. Aquí, también, he tenido un poco de experiencia de primera mano.
Entre las decenas de mujeres brillantes e interesantes que he conocido, está la difunta Katherine Graham, durante mucho tiempo la accionista mayoritaria y directora ejecutiva del Washington Post Co. Kay sabía que era inteligente. Pero a ella se le había lavado el cerebro -no me gusta esa expresión, pero es la adecuada - por su madre, esposo, y quién sabe quién más, para creer que los hombres eran superiores, sobre todo en los negocios.
Cuando murió su marido, Kay sufrió enormes presiones que la torturaron durante un tiempo. Afortunadamente, Kay, además de ser inteligente, tenía mucha fuerza interior, y se las arregló para hacer caso omiso a las voces que las insistían que entregara su herencia.
Conocí a Kay en 1973 y rápidamente vi que era una persona de una capacidad y carácter inusual. Sin embargo, las dudas estaban allí también. Aunque su cerebro lo sabía, ella nunca pudo acallar la voz en su interior que decía: "Los hombres saben más sobre cómo ejecutar un negocio de lo que nunca lo harás tú."
Le dije a Kay que tenía que desechar el espejo que otros habían puesto delante de ella, y en su lugar verse a sí misma en un espejo que reflejara la realidad. “En ese momento, usted verá a una mujer que es un gran partido para cualquier persona, ya sea hombre o mujer”.
Me gustaría poder reclamar el éxito en esa campaña. Las pruebas sin duda están de mi lado. Las acciones del Washington Post subieron más del 4.000$ durante los 18 años que Kay dirigió la empresa. Después de retirarse ella ganó un Premio Pulitzer por su excelente autobiografía. Pero aun así, mantuvo la duda sobre sí misma, una prueba de hasta qué punto un mensaje de indignidad puede implantarse incluso en una mente tan brillante.
Estoy feliz de decir que los espejos deformantes son cada vez menos comunes entre las mujeres que conozco. Trate de poner uno delante de mi hija. Ella terminó riéndose y destrozándolo. Las mujeres nunca deben olvidar que es común que los poderosos y aparentemente hombres seguros de sí mismos, tienen un poco de Mago de Oz en ellos. Tire de la cortina, y a menudo descubrirán que no son tan superhombres después de todo. ¡Pregúntenles a sus mujeres!
Por lo tanto, mis compañeros varones, ¿qué significa esto para nosotros? ¿Por qué nos debería importar que se desmantelaran los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres, y que se desechen los espejos deformantes? No importa que yo crea que el argumento ético es en sí mismo convincente. Veámoslo desde nuestro propio interés.
Ningún gerente opera sus plantas a un 80% de eficiencia si se pueden tomar medidas para aumentar la producción. Y ningún CEO quiere que los empleados masculinos estén infrautilizados cuando mejorando su formación y condiciones de trabajo, aumentarían su productividad. Así que llevemos esto un paso más allá. Si este claro flujo de beneficios ayuda al componente masculino a alcanzar su potencial, ¿por qué el mundo no desea incluir su contraparte?
Cuanto más cerca esté EE.UU. de emplear plenamente el talento de todos sus ciudadanos, mayor será su producción de bienes y servicios. Hemos visto lo que podemos lograr cuando utilizamos el 50% de nuestra capacidad humana. Si usted visualiza lo que podríamos hacer con el 100%, se unirán a mí como un desenfrenado optimista del futuro de América.